jueves, 31 de marzo de 2011

Comprensión

Qué bello y libre animal...
Su cuerpo fue domado por el hombre a lo largo de los siglos, pero su alma permanece inquebrantable.
Muchos son los que comparten sus vidas con esta llama inquieta, este amigo que nos abre su corazón y que nos da todo a cambio de nada.
Llegados a esto, ¿qué es un caballo?
Unos lo definen como un mamífero ungulado, del orden de los perisodáctilos, y otros piensan que es una simple herramienta de trabajo u ocio.
Pero al fin y al cabo, son seres con alma y corazón, que observan y piensan en lo que les rodea, se relacionan, sienten felicidad, tristeza, tienen buenos o malos días y como ya sabrás, cada caballo es un mundo que nos deja ver el interior de su alma a cada tranco del galope.
Si estás leyendo, es porque realmente te gustan, y crees con todas tus fuerzas en la amistad que tienes con ellos, eres una de esas personas que los llama "compañeros" y que desea fervientemente el paso de los días para que llegue ese esperado momento.
Aunque, ¿alguna vez te has parado a ponerte en su piel?
A intentar adivinar lo que siente, a comprenderle de alma a alma.
¿Cómo es llevar un bocado y una silla? Para hacerte la idea, imagínate que llevas una fría barra de hierro sobre la lengua, y que no puedes deshacerte de ella. Para colmo de males, un completo desconocido te ata bajo los brazos una tira de gruesa tela, y la aprieta con fuerza. En este punto, las sensaciones serán más que desagradables, pero aún queda el toque final. Ese extraño se sube a tu espalda y te dirige tirando de la barra,
dando toques en tus costillas y, de vez en cuando, te lanza un despierto golpe de fusta.
¿Qué harías? Estás asustado, nervioso e incluso furioso, y no comprendes lo que te dice mediante el lenguaje físico.
Ya puedes imaginarte como se siente un potro al ser desbravado.
Pero, ¿y los caballos de tanda, que cargan con un jinete distinto cada hora?
Evidentemente, ya se han acostumbrado a esas desagradables sensaciones y no tienen más remedio que aceptarlas.
Aún así, en algunas clases, un caballo se suele botar, rehúsa a obedecer o toma la mano al jinete.
En vez de cogerle manía a ese caballo, piensa qué puede haber pasado para que se pusiera así.
Tal vez diste una orden contradictoria, tal vez vio un animal u oyó algún sonido que tu oído no percibió. También puede haber sido montado por un niño pequeño en la clase anterior, y haber trabajado poco -esa es una de las causas por las que muchos caballos se vuelven vagos o rebeldes-.
Las razones pueden ser infinitas, pero lo que está claro es que si de verdad amamos a estos peculiares amigos, tenemos que comprenderlos por dentro y por fuera.

Cuando os respetéis mutuamente, soportéis los malos dias el uno al otro sin dejar de conectar, el binomio -la unión sincronizada entre jinete y caballo- estará mucho más cerca.


Potro angloárabe

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